“Detrás de Lau” pt. 7 por José Ramón

Alberto es el dueño de la fábrica de sombreros artesanales más grande de Oaxaca, Sombreros Alberly. Lo conocimos de casualidad y ahora estábamos camino a su taller. Laura diseñó el sombrero que quería e íbamos a ver como lo terminaban. Entramos por una puerta trasera de un edificio que da para la plaza. El frente del edificio lo tiene rentado a un banco, pero es solo la fachada, la parte de atrás y literalmente todo el techo, es taller.  Montañas de sombreros en todas sus etapas se aglomeran en cada esquina. Un pequeño patio interior da acceso a un espacio donde están las máquinas, que a base de calor, dan la forma a los sombreros.  Llevan mas de 75 años haciendo sombreros artesanalmente y el taller podría ser un museo. Las herramientas, las maquinas, las técnicas y hasta los secretos nos dejaron ver. El mismo Don Alberto terminó el sombrero mientras nos explicaba cada paso del proceso. Una experiencia invaluable que recordaremos siempre.
Es sanador entregarse a la vida, a la gente y a las experiencias. Caminar sin miedo y con las manos abiertas te abre puertas a momentos inolvidables. Y como decía Antonio Machado: Viajero no hay tour, se hace el tour al viajar. Seguimos viajando. Don Alberto no quiso que nos fuéramos sin invitarnos una cerveza. Sentados en uno de los laterales de la plaza, veíamos como el mercado se iba desmantelando. La noche caía y nuestros planes de ver el pueblo de los alebrijes disminuían. Aun así, siguiendo los consejos de Don Alberto, salimos hacia San Martín Tilcajete. En el camino vimos muchas mezcalerías y ya teníamos ganas de mezca-liarla, pero nos dijeron que en la avenida Oriente estaban los talleres por cerrar y que si avanzábamos, con suerte encontraríamos alguno abierto.
 

Detrás de Lau pt. 7

Uno del los talleres mas famosos es el Taller Amaltea del maestro de los alebrijes Francisco Fabian Ojeda. Entramos y estaba todo apagado, solo había luz en el fondo. Casi estábamos por irnos hasta que un señor muy simpático salió de donde venia la luz. Nos invitó a pasar y fue encendiendo las luces según nos enseñaba los alebrijes. La historia de los alebrijes comenzó en los 1930’s y tuvo un nuevo boom en los 1980’s. Son figuras talladas mayormente en madera de copal y pintadas con la técnica desarrollada por el maestro Pedro Linares. Puedes encontrar de todo, pero el alebrije original es un ser imaginario que tiene diferentes partes de animales. Por ejemplo, uno con cabeza de toro, alas de aguila, cola de serpiente y escamas de pez… Y hay familias, como las del Maestro Ojeda, que con su arte te hacen alucinar.
Según nos íbamos adentrando en la tienda/taller/galería nos fuimos dando cuenta que quien nos estaba recibiendo era un gran conocedor del arte y no el dependiente de la tienda. Creo que el notó nuestra profunda admiración y buena vibra, por que nos dijo: “¿Quieren un mezcalito? Yo soy Francisco Ojeda, vengan, pasen a mi taller para que conozcan a mi esposa.” De haber llegado temprano, nos hubiéramos encontrado con un mar de turistas gringos y nos hubiera recibido un dependiente, pero el tour de los sombreros nos alineo estar en el taller de Don Ojeda, con el y su esposa, bebiendo mezcal y riéndonos de la vida. Nos volvimos a enamorar. Francisco nos enseñó con orgullo fotografías de sus alebrijes en todas partes del mundo, desde Japón hasta Alemania. Los oaxaqueños son gente especial, los mexicanos son como nosotros, calientes, alegres y sencillos. Que día!!! Tuve que insistir en que estaba guiando y que no podía beber mas!!! El garrafón de mezcal artesanal del patio no tenia fin. Estilo gancho de pitorro pero de 3 galones!!! Otros amigos y carretera.
Llegamos al hotel y nos esperaba Julian en la puerta: “¿Donde estaban? ¿Como les fue?  ¡Estaba preocupado!” Laura y yo nos interrumpíamos mientras tratábamos de explicar la maravilla de dia que habíamos tenido. Julian no se lo pensó y nos acompaño a cenar. Y allí estábamos con otro de nuestros nuevos amigos, cenando barbaridades de Oaxaca, en un restaurante espectacular, haciendo historias de vida. Julian resultó ser un chico muy inteligente e interesante. La cena fue el cierre espectacular a un dia que quedará tatuado en nuestra memoria para siempre. Un día tan largo y lleno de experiencias que dentro de algunos años dudaremos si todo pasó en un día o en una semana. ¡Gracias vida!
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